Hoy en día, hay una amplia
diversidad de cosas con las cuales nos podemos entretener o que podemos hacer
en nuestro tiempo libre.
Vivimos en una época en la que
la tecnología forma parte de nuestra vida diaria, y entre la televisión, los videojuegos,
infinidad de series y redes sociales a las que nos hemos vuelto adictos, ignoramos
por completo un pasatiempo fundamental: la lectura.
De igual forma, vivimos en un
país en el que la escaza educación y la falta de información, afectan gravemente el nivel de
conocimiento de la mayoría de la población, por lo que para pasar el tiempo, en
vez de leer una joya literaria como lo son Cien años de soledad y Orgullo y
Prejuicio, se conforman con cualquier telenovela de quinta o con cualquier
partido de fútbol, que no aportan absolutamente nada constructivo a sus conocimientos.
“A lo anterior se suma el grave problema generado por la
gran influencia de la televisión en la sociedad, efecto que atiende intereses
mercantiles muy cuestionables y su calidad de entretenimiento es verdaderamente
triste.” (El Economista, 2010.)
El que una persona tenga el
hábito de la lectura, es algo maravilloso, ya que no solo te entretienes y te
imaginas cosas fantásticas, sino que también aprendes, mantienes a tu cerebro ocupado
y poco a poco te vas volviendo una persona culta.
Lamentablemente, para muchos
adolescentes leer un libro representa una pérdida de tiempo. Relacionan la
lectura directamente con el estudio, por lo que se convierte en una “carga”
para ellos así como también algo aburrido, soso e incensario.
El placer de la lectura no es
algo que siempre va a salir de uno mismo, se necesitan ciertos factores para
poder conocer, aprender y tomarle gusto a la lectura. Uno de esos factores, es
la educación. (Véase Este País.)
El hacer a un lado la lectura
es algo que proviene directamente de la escaza educación que recibimos en México.
Ya que, o no se fomenta la lectura, o se
impone. Ambas acciones repercuten en la formación cultural de muchos de los
niños y adolescentes mexicanos, que ven la lectura de una manera errónea: como
una carga y no como un placer. Esto hace que pierdan el interés y no tengan la
iniciativa de buscar algún título y ponerse a leerlo.
El no leer, tiene infinidad de
consecuencias en un adolescente, como por ejemplo, la falta de cultura, las innumerables
faltas de ortografía redacción, la falta de conocimiento gramatical y verbal, entre
otras.
“Tal es el caso de Jaqueline
Estévez Lizarazo, Comunicadora Social Periodista de la UNAB y candidata a PhD
en Ciencias de la Comunicación y Sociología de la Universidad Complutense de
Madrid, quien asegura que esta generación presenta un panorama muy triste.
"Es difícil encontrar un
joven que sea elocuente y coherente a la hora de expresarse y es aún más
difícil encontrar uno que tenga buena ortografía".
Y agrega, "aunque dicen
que leen, sólo leen bobadas en internet, no buscan conocimiento y se
acostumbraron a encontrar todo en páginas que no les exigen ni el más mínimo
análisis. Si a eso le sumamos la falta de cultura general que poseen, el
panorama es bastante desalentador". (La Vanguardia, 2012.)
Un caso muy frecuente en esta
situación es que los adolescentes “leen” pero no un libro; si no revistas de
chimes, blogs de chistes y las instrucciones de videojuegos.
Esta situación es sumamente
parecida a lo que sucedió en Londres en el siglo XVIII; que se denomina
revolución de la lectura, que fue cuando los libros dejaron de ser meramente
informativos debido a la comercialización del momento y pasaron a ser libros de diversión (véase El
Ciudadano.)
En nuestro país hemos tenido
muchos talentos literarios que nos han dejado un legado maravilloso que tenemos
que aprovechar. Por ejemplo, Carlos Fuentes escribió maravillosas novelas
ganadoras de importantes premios. Muchos consideran el prodigioso libro de La Región
Más Transparente una de sus mejores obras.
Otro prodigio, es Octavio Paz,
un escritor mexicano que fue nada más y nada menos que el premio nobel de
literatura con su obra El Laberinto de la Soledad.
Muchos dicen que no hay nada
como leer un buen libro, y tienen toda la razón. No hay sensación que se
compare con las emociones que te provoca leer un buen libro.
Debemos de crecer, madurar y
aprovechar toda la maravillosa literatura que nos rodea.
Bibliografía:
El Economista:
Vanguardia:
Este País:
El Ciudadano: